Esta semana uno de nuestros clientes nos ha visitado proponiéndonos un trabajo muy interesante y creativo, suponiendo un nuevo reto que hemos asumido con gran ilusión.
La fotografía macro entraña una serie de complicaciones que hace de cada toma un desafío, requiriendo de unos conocimientos técnicos muy amplios.
En primer lugar, al separar el objetivo del sensor de la cámara, tenemos una pérdida de luz considerable que debemos paliar, en cualquiera de los casos con un flash.
La extensión de esta distancia, trae consigo problemas de profundidad de campo, la cual se reduce en gran medida, por lo que necesitamos una apertura de diafragma muy pequeña. A su vez, el problema del movimiento, hace que necesitemos unas velocidades de obturación muy rápidas.
Evidentemente todo lo anterior parece una contradicción, pero como decíamos antes, el flash es la solución en cualquiera de los casos.
Se trataba en este caso de una fotografía complicada, ya que nuestro objeto a fotografiar era el iris del ojo de nuestro cliente. Es muy difícil mantenerse quieto tanto tiempo, ya que al mínimo movimiento perderemos el enfoque, así que es importante intentar mantener la cabeza quieta, por ello utilizamos un apoyo como podéis ver en algunas de las fotografías mostradas a continuación.
El material utilizado fue un equipo Nikon con un fuelle de extensión y un objetivo 50 mm f1.4
